Siempre me pregunté que hubiera
sido de la Karla de hoy si no nos hubiéramos mudado en el 91. Siempre pensé que
de quedarnos en Lince, la Karla de hoy sería otra Karla. Algo así como la Karla
de Lince, no sé. Me gustaba fantasear imaginándome otras yo, muy distintas a la
que realmente soy.
A pesar que cuando nos fuimos
yo sólo tenía 9 años, siempre guardé cierto cariño y hasta nostalgia por aquel
barrio. Nunca supe bien por qué. Supongo que asociaba mis primeros recuerdos
felices y eso formaba un vínculo imborrable.
Aunque volví en varias
ocasiones, siempre esas visitas esporádicas ocurrían de día. Acompañadas de la
nostalgia que esto me producía y la constante incertidumbre por no saber que
hubiera sido de no habernos mudado.
Bueno todo eso terminó hace no
más de dos semanas, cuando por otros motivos tuve que volver. Esta vez fue de
noche y fue lo peor. Vísperas de un feriado largo, las calles estaban atestadas
de gente, lo mismo que todos los establecimientos a los alrededores.
Para mi mala suerte tenía
hambre, así que no me quedo de otra que entrar a uno de esos lugares. El
servicio fue pésimo. Imposible encontrar un cuchillo en ese restaurante. Cuando
la orquesta empezó a tocar uno de los hits del momento que pasan a todo volumen
en la combi quise salir y no regresar nunca más.
Comimos lo más rápido que
pudimos, no sólo por el hambre sino también por la música, la gente y el mal
servicio que habíamos recibido. Mi hermano me tranquilizaba diciendo que eso
era sólo una parte de Lince y que no todo el barrio era así. Luego que
terminamos de comer, dimos una vuelta en búsqueda de esa ansiada tranquilidad
que caracteriza al barrio.
Incluso pasamos por la casa de
un tío, la cual yo casi no recordaba. Pude notar que la mayoría de las casas
tenían balcones, me gustó mucho, no las recordaba de esa manera. Aunque era
algo tarde, no me preocupó que nos pudiera pasar algo, la zona era segura,
tampoco nos adentramos tanto. Caminamos en silencio mientras dejábamos que los
recuerdos vinieran a nosotros de forma indistinta.
Antes de regresar vi un letrero
en una de las casas donde decía: Se alquila habitación.