miércoles, 15 de diciembre de 2010

Cartas sin mandar

El tiempo pasó sin que nos diéramos cuenta. Por mi parte puedo decir que todavía te pienso, en ocasiones te sueño.  Creo que alguna vez fui hasta tu casa, pero no pude tocar la puerta. Me quedé ahí como esperando a que salieras, como tantas otras veces. Con un lápiz escribí en una pared: Hola. Lo siento. Te echo mucho de menos. No recuerdo si en ese orden. Busco una carta tuya. Sé que cuando la vea la reconoceré por la tinta roja del lapicero. Y tu letra pequeñita, tan perfecta. Ni punto de comparación con la mía que nadie entiende. Sólo tú podías leerme. No volví a escribir desde entonces.